De la última guerra carlista conocemos anécdotas de voluntarios de don
Carlos, que ahora son recordadas por los nietos de los protagonistas.
Anotamos una muy famosa que tuvo por escenario los alrededores de la
Venta, recogida en su tiempo por la revista francesa "L’lllustration
Française" y publicada después en el año 1951 en la revista de nuestra
tierra "Pregón", por José Berruezo. Tiene por protagonista a Adriano
Luna Labarta, vecino de Olite, conocido por el "Zarpas".
Este voluntario de don Carlos, cumpliendo órdenes de sus jefes, llegó a
la Venta de Murillo el Cuende, lugar bien conocido por él, con el
exclusivo objeto de parar el tren que, en aquellos años de guerra, hacía
el recorrido de Castejón a Tafalla.
Después de engullir cinco pollos, que fueron preparados por el dueño de
la Venta, en compañía de sus dos ayudantes seminaristas, obligó a los
ferroviarios de la casilla inmediata a levantar un kilómetro de railes,
y cuando de madrugada llegaba resoplante un convoy militar, se plantó
con su fusil en medio de la vía. Paró el tren y cuando los soldados de
la escolta se asomaron a las ventanillas pudieron ver, entre confusas
luces del amanacer, aquella corpulenta figura del guerrillero que, a
grandes voces, ordenaba: ¡lnfanteria... por la derecha!... ¡Que avance
la caballería!.., ¡Al ataque, voluntarios del Rey...!
La sorpresa paralizó a los liberales que creyeron habérselas con alguna
fuerte partida carlista. Pero la comedia no podía durar mucho, y como no
llegaban los refuerzos prometidos a Adriano Luna, éste de un salto se
perdió entre la maleza, emprendiendo estratégica retirada hasta la
sierra de Ujué.
El "Zarpas" aseguraba que los dos ayudantes seminaristas no sabían
montar a caballo y tenían que hacer el recorrido a pie, por lo que
siempre llegaban con retraso.
El lance fue durante mucho tiempo la "comidilla" de las familias
carlistas que vivían en la zona liberal. Hace escasos años aún lo
recordaba y daba fe de él un anciano y tieso olitense, don Andrés
Muguiro, que viajaba en el tren detenido por su paisano.
El dibujo que publicaba la revista francesa lo posee Javier Ochoa
Martínez, biznieto del "Zarpas". En él aparece el voluntario carlista en
primer término, pintorescamente ataviado con amplia manta y calzón
corto, armado de una larga espingarda, en retadora actitud ante un tren
enemigo y en medio de la vía un parapeto de maderos con la bandera
carlista.
El lugar de este hecho, cosas del destino, coincide exactamente
(kilómetro 123,200) con el que en la última noche del año 1951 se
produjo un choque de trenes en el que resultaron varias victimas.
Estructura social.
En Murillo el Cuende la
distribución de la propiedad es bastante equitativa, si bien se aprecia
el escaso contingente de la propiedad comunal, que resulta muy inferior
al de los pueblos limítrofes que supieran defender con mayor acierto el
acervo común. Es muy reciente la pérdida de la propiedad común de las
corralizas. También hay que señalar la existencia de una propiedad
privada de gran extensión en manos de una sola familia, acrecentada
mediante la adquisición en el siglo pasado de la propiedad comunal. Hoy
el común, prácticamente, no existe en Murillo el Cuende.
Sus 66 casas están distribuidas en tres barrios: Santa Fe. San Isidro y
Santa Cruz con 200 habitantes escasos, habiendo emigrado en los últimas
años más de una tercera parte. Como dato curioso cabe anotar que desde
tiempo inmemorial, siempre el número de varones dobla al de hembras. Hay
quien atribuye este raro fenómeno al poder de las aguas de las Armallas
con las que se abastece el pueblo.
Los labradores de Murillo el Cuende,
antes y ahora, han sentido orgullo de sus excelentes vinos, y aunque hoy
el producto de sus viñas se entrega en la Cooperativa, todos elaboran
una pequeña parte de sus uvas para el consumo diario, y para degustarlo,
en franca camaradería en los días de fiesta.